Por: Elías Cardozo Bernal
Un día, el torneo y el fútbol oficial volvió al Libertadores de América y a los pies de los jugadores de Independiente. Muchos días esperaron para este momento, los jugadores para pisar el césped y los hinchas para llenar el magnífico estadio, pronto a su finalización, que tiene el club. Desde el largo organizativo fue una fiesta, la gente copó las populares, no daban abasto. Llenas de ese Rojo fuego que nos quema el corazón de alegría cada fin de semana. Pero por otro lado estaban las plateas, llenas por la mitad debido a la acaudalada suma que hay que invertir para poder obtener un lugar allí. Un desacierto de esta gestión.
Comenzó el partido en este precioso contexto. Independiente quería quedarse con los tres puntos en Avellaneda y el hincha tenía esa expectativa, o quizás una aún más fuerte, dominar con este nuevo gran equipo que tiene también una nueva cabeza de grupo, Ariel Holan. Poco a poco, esa expectativa de encontrarse con algo diferente fue desapareciendo en la mente del aficionado, justamente por lo que estaba viendo. El Rojo no era para nada protagonista, más bien era un equipo más que le jugaba de igual a igual a uno de los peores equipos del campeonato deportivamente hablando.
Juego horizontal, mover la pelota de costado a costado, no tener iniciativa, el pase atrás, todas estas son características de juego que se le exigía corregir al equipo de Gabriel Milito por parte de la afición. Y como no se le encontraba solución, la presión de la hinchada era cada vez peor y la impaciencia del pueblo Rojo comenzaba a incrementarse. Hoy en día, con otro Director Técnico diferente, líder en todas las encuestas como candidato, la fiebre del hincha sigue latente porque el juego del equipo sigue siendo igual en su mayor parte, las características de las que hablamos, siguen presentes. A propósito de esto, la problemática se hizo notoria ya en su primer partido y es por eso que frente a San Martín de San Juan, el equipo fue silbado en varios momentos.
Cambiando el tema, surge una pregunta ¿Alguna vez se vió un jugador con la 10 en la espalda jugando de volante central? La 10, esa que vistió Bochini, siempre fue una camiseta que le pertenecía a un jugador ofensivo, con caraterísticas asimiladas a lo que es la construcción del ataque, entonces, ¿Por qué se pone a Erviti de volante central siendo que él es el indicado para sembrar la semilla del araque en el equipo? Es algo que no se entiende. Sumamente en vano retrasar a un jugador que le puede brindar esos factores al juego. En su momento, Milito lo hacía con Barco, retrasándolo, hoy vemos un reflejo de eso. Parecería que el objetivo principal no es ganar sino no recibir goles, siendo que el fútbol está organizado y deseado para que haya la mayor cantidad de goles posibles.
Pese a todos estos errores, el hincha debe seguir apoyando con consciencia. Es el primer partido de este nuevo ciclo, el equipo necesita partidos para mejorar su entendimiento y su rendimiento en la cancha. Pero así como se le recomienda esto al hincha, hay que recomendarle al cuerpo técnico y los dirigentes que el fútbol no es para defender, no está hecho para jugar para atrás. Los grandes equipos intentan ser verticales y protagonistas, no importa el rival. Los equipos chicos, los mediocres, no buscan el gol, buscan ser pasivos y defender. No somos chicos, somos grandes, somos Independiente.
Resúmen del partido
Resúmen del partido