Hugo Moyano y Lucas Pusineri, durante la presentación del actual DT rojo
Independiente hace rato no encuentra el rumbo en lo futbolístico pese a alguna fugaz primavera. Las promesas de campañas de poner en marcha y sostener en el tiempo un proyecto que devuelva al club a los primeros planos locales e internacionales se diluyen ante las urgencias. Los resultados son los que mandan. La vorágine de nuestro fútbol genera que cualquier integrante de este universo pase de héroe a villano en un abrir y cerrar de ojos. Los entrenadores no están exentos de esta realidad. En los últimos 15 años un sólo técnico pudo cumplir su contrato con el Rojo: se trata de Julio César Falcioni, que dirigió la temporada 2005/2006, tras lo cual no le renovaron. ¿Cómo pensar en armar un equipo competitivo si la mayoría de los DT no duran en sus cargos ni siquiera un torneo? Esta lógica imperante no sólo complica la tarea de armar un plantel con aspiraciones, sino que se también provoca desequilibrios económicos por los acuerdos y cláusulas que se deben abonar.
Entre junio de 2005 y 2020 el rojo ha contado con 22 técnicos, algunos de los cuales repitieron entre 2 y 3 veces en sus cargos, a veces de modo interino. El profesor Ariel Holan fue quien más permaneció en su puesto, obteniendo dos títulos. Respaldado desde el porcentaje de efectividad, su personalidad y las controversias en cuanto a las incorporaciones, sumado a la falta de victorias ulteriores, terminaron por alejarlo del club.
En este mismo lapso salvo el mencionado Falcioni, quien nunca gozó de la simpatía del público a pesar de haber consolidado a Sergio Agüero en Primera y de haber terminado 4º en ambas competencias, el resto de los entrenadores rojos no llegó a concluir su ciclo. En unos casos los dirigentes tomaron la determinación de despedirlos para barajar y dar de nuevo, mientras que en otros los entrenadores decidieron renunciar. Está claro que el recambio permanente de entrenadores es futbolísticamente cuestionable, financieramente insostenible.
Falcioni, uno de los pocos que pudo mantener un equipo competitivo.
A su lado Omar de Felippe, otro que llegaría al banco del Rey de Copas
En la etapa Moyano el panorama no cambió demasiado. A la salida forzada de Omar de Felippe -invitado a marcharse- le siguió la contratación del casi desconocido Sergio Almirón que nunca conformó a la parcialidad roja y que, tras una derrota frente a Racing, presentó su renuncia. La llegada de Mauricio Pellegrino ilusionó por su experiencia pero el no cumplir con ninguno de los objetivos planteados lo llevó a dar un paso al costado, sabiendo que la dirigencia probablemente no renovaría el vínculo. La fugaz estadía de Gabriel Milito no logró el juego ni los resultados
esperados.
Un párrafo aparte para Holan. Desde el inicio de su era el equipo fue creciendo en funcionamiento hasta coronarse en gran nivel en el Maracaná. Sin embargo, luego de la renuncia presentada y su cambio de idea, comenzaron las complicaciones con futbolísticas e integrantes de su cuerpo técnico. El alejamiento del profe Alejandro Kohan, la venta del goleador Emanuel Gigliotti y las contrataciones millonarias que no rindieron fueron preparando el terreno para un final de ciclo agridulce.
El ciclo Holan dejó dos copas y varios problemas que todavía Independiente sufre
Finalmente, a comienzos de este año, hizo su debut Lucas Pusineri. Con clásicos por delante, sin refuerzos y con varios jugadores que partieron, el joven DT le puso el pecho a una situación preocupante en lo deportivo y crítica en lo financiero. Si bien la derrota con Racing hizo pender de un hilo su continuidad, la clasificación agónica ante Fortaleza le brindó algo de aire fresco para respirar. Ahora, con el parate por la pandemia y la reestructuración que se avecina, el ex volante campeón en 2002 deberá rearmar el equipo con mayoría de juveniles en lo que será una etapa de transición.
Al iniciar un proceso todo entrenador que aspire a pelear cosas importantes requiere tiempo y trabajo, aunque la paciencia no abunda por estos lares y los resultados definen. Pusineri tiene ahora en sus manos la difícil misión de reorganizar el plantel para construir las bases de un equipo capaz de revertir la pálida imagen que ha dejado. Por su bien y el de Independiente, que así sea.
Cristian Vilardo