jueves, 26 de mayo de 2022

El dolor de ya no ser

Independiente cayó por 2 a 0 con Ceará de Brasil en Avellaneda y quedó eliminado de la Copa Sudamericana en la fase de grupos. Fue un nuevo papelón para el equipo de Eduardo Domínguez que no tuvo respuestas de principio a fin y cerró un semestre para el olvido.

Un baño de realidad fue el que sufrió Independiente en la fría noche que se vivió en el Libertadores de América - Ricardo Bochini. La gente llegó en gran número colmando el estadio, pero el equipo no cumplió las expectativas. Otra vez desfraudó, como en la Copa de la Liga Profesional. El Rojo no cuenta con un plantel acorde a su rica historia y por eso sigue de fracaso en fracaso. Una muy mala costumbre de los últimos tiempos.

En el inicio del encuentro, sorprendía la inclusión de Damián Battallini desde el arranque. El entrenador dejaba a Tomás Pozzo en el banco de suplentes, en una decisión que carecía de lógica. El juvenil había sido uno de los mejores en los últimos partidos, le podía aportar desequilibrio de mitad de cancha para adelante, aunque Domínguez optó por el ex Argentinos Juniors. Una decisión que con el correr de los minutos iba a ser fundamental para el desarrollo del encuentro.

Con el empuje de su gente, Independiente fue a buscarlo en los primeros minutos. De todos modos, no hubo remates al arco. Sólo insinuaciones y control de pelota por parte de Alan Soñora y Andrés Roa. Se lo notaba a Leandro Benegas incómodo y sin ocasiones de frente al arco para poder marcar.


Por su parte, el conjunto brasileño apostaba al contragolpe. Ceará iba a tener dos chances claras para poder marcar, al encontrar a la defensa roja muy mal parada. Aunque Sosa lo iba a salvar en una oportunidad y después los delanteros del elenco del norte brasileño no iban a estar certeros.

En cuanto a las llegadas claras de gol. Independiente sólo iba a tener un cabezazo de Juan Manuel Insaurralde que sacó el arquero. El Rojo chocaba una y otra vez contra sus propias limitaciones.

Para colmo de males, en el cierre de la primera parte iba a llegar el primer baldazo de agua helada. De un tiro libre, Rodrigo Lindoso definió a un costado de Sosa, que nada pudo hacer. Sobre llovido, mojado. Ahora Independiente debía hacer tres goles para pasar de ronda.

En el complemento, Domínguez mandó a la cancha a Pozzo y a Leandro Fernández. Un error que el entrenador cometió a lo largo del semestre fue dejar a los de mejor rendimiento en el banco de suplentes. Sin dudas, una materia a reveer por Domínguez de cara a lo que viene.

De todos modos, el Rojo siguió siendo el mismo equipo instrascendente que se quedaba sin ideas de tres cuartos de cancha en adelante. Al compás de la incertidumbre y la desazón, los cánticos contra la dirigencia volvieron a escucharse. La gente esta harta y reclama que "el club es de los socios".

Sobre el final y con el Rojo volcado a buscar aunque sea el empate, llegó el segundo de Ceará. En un contragolpe y con Independiente totalmente regalado en defensa, el colombiano John Mendoza con un zurdazo hizo estéril la reacción de Sosa y todo el equipo brasileño sentenció el pasaje a los octavos de final.

En el 10° puesto de la Copa de la Liga sobre 14 clubes, el Rojo cierra un semestre completamente negativo, inmerso en conflictos de barras y comandado por una comisión directiva que tiene tomada a la institución, sin la posibilidad de votar.

Desde lo futbolístico, el panorama no es esperanzador pero habrá que darle tiempo a Domínguez y ver que se puede traer en el mercado de pases para, por lo menos, competir en la próxima Liga Profesional.

Por: Leonardo Papaleo